La gestión de riesgos sanitarios tiene como objetivos incrementar la calidad de la asistencia, mejorar la seguridad de los pacientes que la reciben y de los profesionales sanitarios que la llevan a cabo, así como disminuir los costos evitables.
Comprende 4 procesos sucesivos:
- En primer lugar, se deben identificar los riesgos a los que se puede estar expuesto. Se tiene que disponer de un proceso para identificar tanto los riesgos como las causas y consecuencias que se estimen relevantes.
- En segundo lugar, se debe realizar un análisis de riesgos. Este análisis tiene como finalidad comprender la naturaleza del riesgo y determinar su nivel de gravedad, determinando sus posibles consecuencias, los factores que pueden afectarles y su posibilidad de ocurrencia.
- Posteriormente, se realiza una evaluación del riesgo con la finalidad de valorar el riesgo para ayudar en la toma de decisiones sobre la necesidad o no de su tratamiento.
- Si así se decidiera, se realizaría el cuarto paso, que es el tratamiento del riesgo. Mediante esta etapa, se identifica, selecciona e implementa una o más alternativas para controlar, reducir o prevenir los riesgos, estimando el riesgo residual.
Este modelo de gestión de riesgos es el adoptado por la Comisión Europea en sus propuestas y políticas de salud pública, y puede ser aplicado a diferentes escalas, según las dimensiones del riesgo.
La salud mundial presenta un complejo conglomerado de estratos de gestión que reúne a instituciones sanitarias mundiales, gobiernos nacionales y locales, donantes internacionales, ONGI, ONG, OSC y el sector privado. En teoría, la gestión de los flujos financieros y la estrategia entre estos actores debería confluir en un sistema sanitario nacional supervisado por un ministerio de salud nacional competente. Para ello, es necesario coordinar los organismos gubernamentales en asuntos como la elaboración de presupuestos, las estrategias de reducción de la pobreza, el trabajo, la educación, la administración pública, el comercio y la industria; la consulta a las partes interesadas; la gestión de la competencia política y social por los escasos recursos, y la consideración de las mejores prácticas internacionales y el bien público.
De esta forma vemos, que, si cada sistema sanitario establece un programa de gestión de riesgo de alta fiabilidad que es reproducible y se forman redes interdependientes, las estrategias de intervención se pueden adaptar a todos los niveles para afrontar así grandes riesgos sanitarios mundiales.
La actual pandemia por Covid 19 es un buen ejemplo de uno de los grandes riesgos sanitarios que el mundo entero ha tenido que enfrentar. Ha resultado ser un reto importante en la gestión de riesgos para todas las naciones, teniendo que atravesar una crisis inimaginable para la que muchos sistemas sanitarios no estaban preparados. Y ha reflejado la importancia de una colaboración tanto interdisciplinaria como entre las naciones para lograr salir victoriosos del gran reto que implica un desafío de esta magnitud. Aquellos sistemas sanitarios que son capaces de adaptarse al cambio de forma rápida y eficaz son los que podrán enfrentar las crisis de forma más eficiente. Es primordial contar con la colaboración de organismos de respuesta a emergencias a diferentes escalas, así como sistemas de infraestructura de calidad.
Esta necesidad de un enfoque integral es patente también dentro del sistema sanitario mismo. Dentro de las amenazas mundiales identificadas por la OMS a las cuales se deben hacer frente, es posible identificar esta multidisciplinariedad. Por ejemplo, la OMS habla de la prevención de pandemias mundiales, de comprender y vigilar los patógenos de alta amenaza, de apoyar la disponibilidad de las vacunas y combatir las resistencias, sobre la lucha contra las enfermedades transmisibles dentro de estas amenazas. También la OMS reconoce al cambio climático, la contaminación y la salud pública, así como la prevención de las enfermedades no transmisibles dentro de las amenazas a nivel mundial. Aquí surge la interdependencia del humano con los animales y el medio ambiente. Hablamos de enfermedades en donde los animales son los portadores, de resistencia a antibióticos, de un cambio en la alimentación, incluso de falta de alimentos. Enfrentar estos retos sólo puede ser posible si se hace desde un enfoque integral, con la participación del ámbito de la salud humana, animal y vegetal.
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