La diabetes mellitus es una enfermedad endocrina que requiere un monitoreo continuo y ajustes en el estilo de vida de las mascotas y de sus propietarios.
Aunque este diagnóstico puede sonar aterrador, se puede mantener una buena calidad de vida para las mascotas y un buen pronóstico a largo plazo siguiendo un plan de manejo adecuado a las necesidades de cada paciente.
El manejo de la diabetes en perros y gatos es fundamental para evitar consecuencias serias y las secuelas de esta compleja enfermedad. Aunque algunos de los signos pueden variar entre perros y gatos, los principios básicos de manejo clínico son similares y abarcan la modificación del estilo de vida de las mascotas y el tratamiento con insulina a largo plazo.
Administración de insulina
Actualmente hay diferentes tipos de insulina disponibles en el mercado, muchas de las cuales difieren en su composición y tiempo de actividad.
- Las de acción corta son utilizadas generalmente en pacientes con crisis diabéticas o situaciones de emergencia,
- mientras que las insulinas de acción intermedia y de larga acción son utilizadas para el manejo y control a largo plazo.
La selección del tipo de insulina y su uso depende del criterio veterinario y los requerimientos individuales de cada paciente.
Entre las insulinas más utilizadas se encuentra la insulina porcina purificada, una de las terapias de primera línea recomendadas por el American Animal Hospital Association para el manejo clínico de la diabetes mellitus en perros. Esta insulina de acción intermedia se administra por vía subcutánea y alcanza su pico de concentración en sangre aproximadamente 6 horas después de su aplicación. Mantiene sus niveles hasta 12 horas en gatos y 24 horas en perros. Se comienza con una dosis inicial, la cual se modifica según la respuesta del paciente basándose en la sintomatología y resultados de glucemia. Se administra una a dos veces al día en perros y dos veces al día en gatos, y se sugiere la administración en la mañana al momento de la ración de alimento para coincidir con el pico de efecto de la insulina.
Si bien el uso de medicamentos es indispensable para un control adecuado de la glucemia, hay diversos factores adicionales que deben tenerse en cuenta al establecer un plan de manejo:
Ajuste de la dieta: la mascota debe alimentarse a la misma hora cada día en las raciones que considere pertinente el médico veterinario tratante. Además de seguir un régimen constante, es importante administrar la misma cantidad de alimento en cada ración y evitar alimentos fuera de las horas previamente programadas. Esto es importante para mantener las necesidades constantes de insulina. En cuanto a la composición, se sugieren las dietas ricas en fibra, pues pueden ayudar a mantener bajos los niveles de glucemia, mientras que dietas ricas en carbohidratos deben evitarse al máximo por su efecto hiperglucémico.
Control del peso y nivel de ejercicio: la actividad física puede ayudar a disminuir los niveles de glucosa en sangre. Sin embargo, el ejercicio debe ser leve a moderado para evitar someter a las mascotas a una disminución dramática de la glucemia. Se debe considerar la reducción de las dosis de insulina si se planea someter a la mascota a ejercicio prolongado, y esto debe ser discutido dentro del plan de manejo con el médico veterinario. También debe evaluarse si la mascota presenta obesidad y hacer los ajustes respectivos, pues esta condición puede contribuir negativamente en el manejo de la enfermedad.
Signos clínicos y glucemia: si bien es importante conocer el nivel de glucemia y llevar un control y registro de estas mediciones, es importante conocer el cuadro clínico general de cada mascota e interpretar estos números desde el punto de vista clínico. Es indispensable que el propietario reporte cambios en el nivel de actividad de la mascota, consumo de agua y alimento, condición corporal y micción para hacer los ajustes necesarios en el plan de manejo.
Comunicación: la comunicación entre el médico veterinario y el propietario de la mascota es fundamental para generar un plan de manejo encaminado a mejorar la calidad de vida de la mascota y un tratamiento sin complicaciones a largo plazo. La comunicación entre ambas partes debe ser clara y asertiva y debe incluir las expectativas de tratamiento, pronóstico, posibles complicaciones, costos y compromiso de los propietarios.
Visitas de control: se deben programar exámenes de monitoreo tanto físicos como de laboratorio para detectar posibles efectos de la medicación y llevar a cabo los ajustes que se requieran. El propietario debe comprometerse a asistir a estas visitas, pues parte del éxito y un buen pronóstico de la diabetes mellitus depende del monitoreo de la glucemia acorde con los signos clínicos y ajuste de la dosis de insulina.
La diabetes mellitus en perros y gatos, aunque compleja, es tratable y requiere un compromiso por parte del médico veterinario y del propietario de la mascota.
El manejo y monitoreo de esta enfermedad y los ajustes en la terapia deben responder a las necesidades individuales de cada paciente y la respuesta al tratamiento. Cabe recordar que la comunicación es esencial para garantizar un buen manejo y reducir los costos emocionales y económicos relacionados con la enfermedad y su tratamiento.
Aún hay mucho que aprender de esta enfermedad que afecta miles de perros y gatos en nuestra región y que sigue siendo un reto clínico en muchos hospitales y centros veterinarios de todo el mundo.
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